Hoy celebro 36 años de vida. Al verme en el espejo me doy cuenta que, al igual que el barro que trabajo cada día, he sido moldeada por las manos del tiempo, el fuego, y la paciencia. Cada grieta, cada curva de mi ser cuenta la historia de un proceso continuo de transformación, de aprendizaje y de descubrimiento. Y me siento feliz, fuerte y frágil a la vez. Me gustaría cada vez más contar mi recorrido en la cerámica para inspirarte a hacer el tuyo. Es un camino de curiosidad interior pero estando acompañada es mucho mejor.
Hace 8 años comencé a trabajar con la arcilla y dar clases hace 3 años. Sigo estudiando y capacitándome para mejorar mis procesos y ayudarte a optimizar los tuyos. La cerámica nunca se va a ir de mí. En cierto punto compartimos algo profundo con la cerámica: la capacidad de adaptarnos, de renovarnos, de ser moldeadas y luego volver a ser moldeadas. He pasado por momentos difíciles y otros muy felices. Pero esas experiencias me han fortalecido. En cada error, en cada pieza que no salió como esperaba, aprendí a ver belleza en la imperfección. Y en cada éxito, entendí que la creación no es una línea recta, sino un camino lleno de giros, caídas y resurgimientos.
Aprovecho este día para reflexionar porque puedo mirar atrás y reconocer cómo el arte me ha enseñado que la vida no tiene que ser perfecta para ser hermosa. La cerámica no es perfecta. Las piezas que creo nunca son exactamente iguales. Hay grietas, texturas y manchas que cuentan historias que no se ven a simple vista. Y así soy yo. No soy perfecta, ni lo intento. Me equivoco todo el tiempo y aprendo. Soy alguien que sigue aprendiendo todos los días, evolucionando, moldeando mi camino con cada año que pasa.
Hoy celebro la mujer que soy, la artista que me he convertido, y el fuego que sigue ardiendo dentro de mí. Esas ganas de seguir probando cosas nuevas, intentando y mejorando. La cerámica me ha enseñado a tener paciencia, a esperar el momento justo, a sumergirme en el proceso, y a abrazar la fragilidad. Me siento agradecida por todo lo vivido y emocionada por todo lo que aún puedo crear: no solo creando piezas de cerámica, estoy creando mi vida día a día. Y sé que la belleza de mi camino está en la aceptación de mis imperfecciones, en la libertad de reinventarme y en el poder de darme permiso para fracasar y volver a intentarlo.
Así que, ¡feliz vuelta al sol para mí! Que sigamos modelando nuestras vidas, con todo lo que somos, con todas las huellas que dejamos en el camino. Que el fuego siga ardiendo y el barro siga fluyendo, porque hay mucho más por crear. No es magia, es práctica.